Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. - 1 Juan 2:17
Qué difícil es a veces tomar decisiones, sobre todo aquellas que implican cambios drásticos en nuestras vidas. Nuestra mente se perturba y el corazón suele a veces confundirse, pues la mente se resiste a hacer lo que le dicta el corazón, y el corazón no está de acuerdo con lo que dicta la razón. Sin embargo, cada día tenemos que tomar decisiones y hay ocasiones en que las tomamos a la ligera, ignorando que las consecuencias nos perseguirán toda una vida y, más aún, hasta la eternidad.
A menudo se nos pueden presentar grandes tentaciones que harán que tomemos la decisión incorrecta. Debemos tener cuidado. El plan de Satanás es que nos complazcamos a nosotros mismos y echemos a un lado la voluntad de Dios para nuestras vidas. Por eso, antes de tomar cualquier decisión, es bueno hacernos estas preguntas: ¿Lo que voy a hacer agrada a Dios? ¿Me trae paz o me inquieta? En cada paso que damos, debemos tratar de agradar a Dios. Si es en nuestro trabajo, debemos analizar: ¿Esto me da la oportunidad de separar tiempo para mi familia y tiempo para ir a la iglesia? Si son las amistades que frecuentamos debemos preguntarnos: ¿Están estos amigos ayudando a edificar mi vida?
Así como el girasol busca los rayos del sol, debemos buscar la luz de Dios en todo tiempo. Al momento de tomar una decisión, hagámoslo a la luz de la Palabra de Dios. En ella sí hay garantía.
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